Escalando Peldaños
Algunas son de concreto, otras de madera fuerte, y no faltan aquellas hechas de un
metal frío y ligero, las escaleras; un puente entre mundos diferentes, el medio
por el cual se avanza a paso firme hacia algún lugar, hacia alguna persona,
hacia algún corazón.
Las
escaleras, peldaños transitados diariamente, bloques anchos que garantizan la
comodidad y la seguridad que tanto desea el ser humano, en su mayoría usadas
para ascender o descender, pero también para correr, para sentarse, para
conversar.
Su
tamaño influirá en aquel que transite
por ellas, si son demasiado largas, sin alguna plataforma en la cual descansar
para continuar, serán odiadas, repudiadas y optarán por su enemigo el ascensor,
maquinaria que anula la grandiosa experiencia de caminar por la vida, con el
esfuerzo propio del cuerpo humano.
Pero
si son cortas, sencillas, sobrarán los interesados y gustosos, que deseen poner
sus pies para llegar a donde quieran; su presencia es recurrente, una constante,
fácil de encontrar en lo cotidiano de la vida, allá en el lugar más recóndito e
inesperado siempre habrá una escalera por subir, un lugar al cual llegar, un
propósito por alcanzar.
Las
escaleras son cómplices; ellas guardan
secretos, caminar por ellas se convierte en un acto reflexivo, en ese breve e intenso espacio
temporal que dura subir un pie y luego el otro se toman decisiones, se odia, se
ama, se recuerda. Hablar de sus formas es
como hablar de estilos de vida, circulares, rectas, espirales con algún tipo de
apoyo o sin él, así son la escaleras así es la vida.
Son
ignoradas, son relegadas pero también exaltadas , rusticas, sencillas, son
construcciones del hombre, arte, valoradas por algunos desechadas por otros que
en ocasiones las ven como un obstáculo o peligro; ellas son testigos desde lo
mas cotidiano, como la caída de algún descuidado, hasta los mas emocionante y
pasional como puede llegar a ser mirar un partido de fútbol del equipo
preferido desde las gradería de un estadio.
Cuando
se inicia un recorrido por las escaleras, a medida que se sube un pie seguido
del otro hay certeza de que se conseguirá llegar al lugar anhelado, las
escaleras lo permiten todo, saltarse alguna grada, correr, parar, pero ante
todo brinda la posibilidad de devolverse, bajar las escaleras resulta en
ocasiones mas sencillo.
Ellas,
las escaleras, sí, objetos que sin lugar a dudas pasan desapercibidos en el
afán de la vida, pero que están allí, de vez en cuando nos recuerdan su
existencia,cuando están deterioradas, sucias, abandonadas, ellas lanzan señales
de la necesidad de un arreglo urgente, al aire libre, dentro de alguna casa
pero siempre en funcionalidad del hombre, y los hombres en funcionalidad de
ellas.
Las
escaleras junto a la vida se juntan como dos grandes hermanas guardan vínculos
esenciales, el vaivén , sus formas y estilos, la permisividad de ambas dejan al
hombre en total libertad de iniciar o parar el recorrido, las escaleras están
ahí disponibles, constantes para cuando
alguien se decida a realizar sus propósitos, a conseguir sus metas, a visitar
algún amigo.
Las
escaleras siempre vistas como la posible unión del cielo y la tierra y la
separación de la vida y la muerte, ellas son el medio por el cual se puede transitar sin
miedo a nada , con el paso firme, tranquilo, sosegado y con la fuerte convicción
de que al pisar el utlmo peldaño una
gran sensación de victoria invadirá aquel cuerpo que se esmeró por disfrutar
cada uno de los pasos dados.