jueves, 28 de marzo de 2013

Escalando Peldaños


Escalando Peldaños





Algunas  son de concreto, otras de madera fuerte, y no faltan aquellas hechas de un metal frío y ligero, las escaleras; un puente entre mundos diferentes, el medio por el cual se avanza a paso firme hacia algún lugar, hacia alguna persona, hacia algún corazón.

Las escaleras, peldaños transitados diariamente, bloques anchos que garantizan la comodidad y la seguridad que tanto desea el ser humano, en su mayoría usadas para ascender o descender, pero también para correr, para sentarse, para conversar.
Su tamaño  influirá en aquel que transite por ellas, si son demasiado largas, sin alguna plataforma en la cual descansar para continuar, serán odiadas, repudiadas y optarán por su enemigo el ascensor, maquinaria que anula la grandiosa experiencia de caminar por la vida, con el esfuerzo propio del cuerpo humano.
Pero si son cortas, sencillas, sobrarán los interesados y gustosos, que deseen poner sus pies para llegar a donde quieran; su presencia es recurrente, una constante, fácil de encontrar en lo cotidiano de la vida, allá en el lugar más recóndito e inesperado siempre habrá una escalera por subir, un lugar al cual llegar, un propósito por alcanzar.

Las escaleras son cómplices;  ellas guardan secretos,  caminar por ellas  se convierte en un acto  reflexivo, en ese breve e intenso espacio temporal que dura subir un pie y luego el otro se toman decisiones, se odia, se ama, se recuerda. Hablar  de sus formas es como hablar de estilos de vida, circulares, rectas, espirales con algún tipo de apoyo o sin él, así son la escaleras así es la vida.
Son ignoradas, son relegadas pero también exaltadas , rusticas, sencillas, son construcciones del hombre, arte, valoradas por algunos desechadas por otros que en ocasiones las ven como un obstáculo o peligro; ellas son testigos desde lo mas cotidiano, como la caída de algún descuidado, hasta los mas emocionante y pasional como puede llegar a ser mirar un partido de fútbol del equipo preferido desde las gradería de un estadio.

Cuando se inicia un recorrido por las escaleras, a medida que se sube un pie seguido del otro hay certeza de que se conseguirá llegar al lugar anhelado, las escaleras lo permiten todo, saltarse alguna grada, correr, parar, pero ante todo brinda la posibilidad de devolverse, bajar las escaleras resulta en ocasiones mas sencillo.
Ellas, las escaleras, sí, objetos que sin lugar a dudas pasan desapercibidos en el afán de la vida, pero que están allí, de vez en cuando nos recuerdan su existencia,cuando están deterioradas, sucias, abandonadas, ellas lanzan señales de la necesidad de un arreglo urgente, al aire libre, dentro de alguna casa pero siempre en funcionalidad del hombre, y los hombres en funcionalidad de ellas.

Las escaleras junto a la vida se juntan como dos grandes hermanas guardan vínculos esenciales, el vaivén , sus formas y estilos, la permisividad de ambas dejan al hombre en total libertad de iniciar o parar el recorrido, las escaleras están ahí disponibles, constantes  para cuando alguien se decida a realizar sus propósitos, a conseguir sus metas, a visitar algún amigo.

Las escaleras siempre vistas como la posible unión del cielo y la tierra y la separación de la vida y la muerte, ellas son  el medio por el cual se puede transitar sin miedo a nada , con el paso firme, tranquilo, sosegado y con la fuerte convicción de que al pisar el utlmo peldaño  una gran sensación de victoria invadirá aquel cuerpo que se esmeró por disfrutar cada uno de los pasos dados.




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